jueves, 28 de octubre de 2010

Tres días en los Urrieles

Cuando llegas a Poo de Cabrales, en Asturias, a tu derecha hay un mirador, se llama "El Pozo de la Oración", desde allí se ven perfectamente los Urrieles, o Urriellos, o Urrielles. 


De todas estas maneras los he escuchado nombrar y vi su nombre escrito. Allí mismo, en una gran placa metálica y orientada hacia las montañas puedes ver un mapa dibujado en alzada que te dice el nombre de cada uno de los picos que se ven. De forma clara y notoria en el centro vemos El Urriellu, también lo vemos, con su caracteristico color naranja, que por algo se llama también Naranjo de Bulnes, en la lejanía, en medio de todas esas altas montañas.

Los Urrieles desde el mirador del Pozo de la Oración en Poo de Cabrales
Visto desde ahí, desde El Pozo de la Oración no resulta nada extraño comprender que muchos hombres y mujeres no se hayan podido resistir a su llamada, un pico casi perfecto, de paredes que a esa distancia parecen verticales y vertiginosas, ven sube -parece estar diciendole al viajero- no soy tan difícil, tu también puedes hacerlo.

Vista de el Urriellu desde el Pozo de la Oración en Poo de Cabrales
Visto desde ahí uno puede llegar a comprender lo que sintieron Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós, marqués de Villaviciosa y su amigo Gregorio Pérez Demaría, conocido también como El Cainejo por ser del pueblo de Caín, en León. No pudieron resistir esa llamada, diaria, insistente, así que el día 5 de Agosto de 1.904 se pertrecharon convenientemente (hoy casi cualquier escalador se sorprendería de aquellos pertrechos, cuentan que El Cainejo escaló el Urriellu descalzo) y pensando que la cara más fácil para subir sería la norte así lo hicieron, abriendo la primera de las vias de escalada en la imponente mole de roca calcarea, hoy a esa vía se le conoce como "Vía Pidal" y el tiempo demostro que no era precisamente la más fácil posible y que aún las habría más difíciles.

Así, con el tiempo, el Urriellu siguió allí, llamando hombres y mujeres (la primera en escalarlo fue María Pérez, nieta de «El Cainejo» acompañada por su hermano Antonio y de Alfonso Martínez) para que además de plantarse en su base, conocida como Vega de Urriellu a 1.903 metros de altitud le echemos valor y logremos subir a su cima por paredes en algunos casos prácticamente verticales, a veces contraplomadas y a 2.519 metros de altitud. La imponente cara oeste tiene la nada despreciable altura desde su base de 550 metros, capaces de poner a prueba el más duro entrenamiento de los mejores escaladores, todo ello convierte al Urriellu en una de las cumbres más emblemáticas del alpinismo español, donde muchos ansiaron y ansían abrir una nueva vía, y lo hicieron, con nombres tan sugerentes como "Monte de Venus" o simpáticas como la "Pájaro Loco" e incluso algo siniestras como la llamada "Amistad con el Diablo", etc. y posiblemente, en el futuro, aún habrá quien le eche de nuevo imaginación y logre la cumbre por alguna nueva vía, aunque ya hay muchas, tantas que dicen los escaladores que en algunos puntos se confunden.

Así, hace un tiempo, también ese pico me llamó a mi, como a muchos. Eso si, uno es consciente de sus limitaciones, de la edad y de que los conocimientos sobre escalada quedaron muy alejados allá en la juventud, también uno sabe que tanto la montaña como el mar están deseando que se adentren tanto en ella como en él cobardes imprudentes, de los valientes ya se encargan la una y el otro, así que hay que pensárselo, pero la idea de fotografiar ese pico no para de rondar la cabeza del que suscribe durante tiempo.

Así que el día 19 de Octubre de 2010 aprovechando que los mapas del tiempo anuncian que la climatología en la zona será bonancible se aproxima a Sotres, y de allí, cruzando en coche los Invernales del Texu a Pandebano. Iba, hay que decirlo con algo de preocupación, no sabía si podía llegarse en coche a Pandebano, algunos en Internet decían que si y otros que no, que había que dejar el coche en los Invernales del Texu, un ciclista en la zona me dice que sin problemas y me indica como llegar por las pistas de grava.

Pandébano es una pequeña aldea en la que hay varios habitantes, con coches, tractores, etc. o sea, que si se puede llegar. Además de eso, al borde mismo donde empieza la senda que nos llevará a pie hasta la Vega de Urriellu hay ese día varios coches, incluso un par de camiones y cientos de vacas que son conducidas montaña abajo y arriba por los pastores. Por lo que uno me cuenta vienen de cuando en cuando de diversos mataderos a recoger el ganado apropiado para sacrificar, ellos, los ganaderos, los bajan de sus casas que se adentran por la majada de La Tenerosa, en la falda de los Urrieles hasta la zona y venden los que pueden.

Pandébano visto desde la Majada de la Tenerosa, el lugar donde se deja el vehículo en el recuadro.
Voy perfectamente equipado: mapa topográfico 1:25.000, brujula, comida incluso de sobra por si acaso tuviese un accidente y tener que pasar un tiempo más largo del deseable en la montaña esperando el rescate, ropa de abrigo, un saco de dormir, también avisé a mi pareja del recorrido que voy a hacer para que en caso de que en cierto momento y a cierta hora no de señales de vida avise a los grupos de rescate, todo perfecto salvo que... se me olvidaron las botas de montaña en casa. Pienso en darme la vuelta, arriba en los picos se ve nieve, escasa pero nieve al fin y al cabo, sin embargo el tiempo es tan bueno y agradable que me da la sensación de que con las que llevo podré subir sin problemas, yo a escalar no voy. Le pregunto a uno de los pastores que hay en la zona si cree que con las botas que llevo puedo subir sin problema, me enseña las suyas, son parecidas, quizás un poco más gruesas, con la suela lisa por el desgaste y me dice que él subiría sin problemas, otra cosa es lo que pretenda hacer arriba

-Nada especial -le digo- caminar, si acaso acercarme a los Horcados Rojos como mucho

Me informa que la nieve y el hielo comienzan poco antes de la Vega de Urriello, en todo caso siempre podré bajar, el día que hace no presagia que haya encaimadas (que así le llaman en esas montañas a la niebla intensa) y en el tiempo que estamos no suele haber grandes nevadas, así que no cree que tenga problemas. Le hago caso y me encamino arriba, despacio, reservando fuerzas. En el mapa observé que en la Majada de la Tenerosa no tendré problemas con el desnivel, tampoco lo tendré pasado el Collado Vallejo, eso es llevadero, pero uno ya no es un chaval, y a buen seguro cuando me adentre en la zona conocida como Las Traviesas el tabaco, la falta de ejercicio en los últimos años, y ciertos excesos, junto con el peso de la mochila me van a pasar factura

Desde la Majada de la Tenerosa puede verse la cumbre del Urriellu, a la derecha









































Majada de la Tenerosa, arriba los Albos a la izquierda y el Neverón del Urriellu
Refugios de pastores en la Majada de la Tenerosa ¡hasta ahí llegan los rateros! observese la reja en la puerta.
Así es, mientras asciendo voy recordando lo fácil que subía a algunas cumbres del Pirineo con veinte años, cargando con más peso incluso, ahora la cosa cuesta un poco más, pero aguanto, de cuando en cuando me paro para hacer alguna foto, para contemplar el paisaje... aprovecho -me digo- para que engañarme, para descansar un poco, pero paso tras paso, un pie delante del otro, logro llegar sin mayor problema al Collado Vallejo desde donde las vistas del valle son sorprendentes, también comienzo a percibir desde el estrecho sendero con su correspondiente barranco la gran mole del Urriellu, que sigue, ahora con más fuerza, llamandome a llegar hasta ella, tan cercana, tan lejos.

Collado Vallejo al fondo y parte del sendero que nos lleva a la Vega de Urriellu
Justo al pasar Collado Vallejo, se percibe el sendero, el barranco a mis pies y... ¡mis botas!
Otra panorámica del sendero que conduce a Collado Vallejo
Panorámicas del Urriellu una vez pasado Collado Vallejo.
Cuando comienzo a adentrarme en Las Traviesas la pendiente se hace mucho más pronunciada, la mochila tira de mi con fuerza, pero el Urriellu sigue ahí, tan cerca... tan lejos aún, y yo sigo subiendo, echando el resto, anímandome con aquello de que quien tuvo retuvo, un montañero joven que va a buen paso me adelanta mientras yo trato de medir mis ya escasas fuerzas con la montaña, tratando de lograr que no me las consuma. A veces, alguna piedra un poco elevada me sirve de asiento a mi y a la mochila, sigo aprovechando para hacer alguna foto, a la montaña, al valle, a las paredes del Neverón del Urriellu o a los Picos Albos que se ven al otro lado de una gran canal que baja por la montaña. Comienzo a ver desde aquella altura el Mar Cantábrico, también comienzan la nieve y el hielo, pero está blanda y está roto, hay bastantes espacios con tierra y grava, puedo subir con seguridad a pesar de las deficientes botas que llevo, y subo, y subo, y subo, y a cada zig zag entre los peñascos pienso que en el próximo veré el Refugio Refugio J. Delgado Ubeda que está justo a los pies del Urriellu, exactamente a 1.960 metros de altitud, pero el refugio no aparece nunca, siempre hay un nuevo zigzag, grava, nieve, hielo, sol, sed, calor si sigo con el jersey, frío si me lo quito, mochila que tira de la espalda, el lumbago que da la sensación de molestar un poco ¡Dios! ¡qué no me de una lumbalgia aquí arriba! me daría verguenza si tengo que llamar a los equipos de rescate, tenía que haber metido diclofenaco en el botiquín que llevo ¡como no pensé en eso cuando ya padecí dos lumbalgias fuertes y no hace mucho! sigo subiendo, un rebeco solitario aparece entre unas rocas altas, parece reirse de mi cuando lo veo con la facilidad que trisca de unas a otras, un acentor alpino me sigue en vuelos cortos, mirándome extrañado desde cada piedra en la que se posa, a veces pone cara de simpático, pienso que a lo mejor a su manera me está dando ánimo, tiene que quedar poco... casi nada, paro, miro el mapa, me oriento por los picos, por el valle, queda poco, muy poco, lo peor, lo más empinado, sigo subiendo, tengo que llegar, se me está acabando el agua, me llevo hielo de alguna roca a la boca, sencillamente por no pararme y sacar la botella, si me paro a lo mejor no sigo y bajo, que es más fácil, la nieve se hace más densa, pero es blanda y resiste bien mis pisadas, tengo que subir por los lados del sendero ayudandome con el bastón para no caerme, tienen que quedar pocos metros ya para ver el refugio, pero siempre veo la imponente mole del Urriellu, nunca el refugio. Pasan volando una pareja de chovas piquigualdas que graznan burlonas y de pronto, a unos metros, pero aún subiendo un poco ¡el refugio! Lo primero que hago es llenar la botella de agua en la fuente que hay justo antes, está helada, tan helada que la siento bajando por cáda centímetro del interior de mi cuerpo, refrescándome, casi hacíendome daño, pero está deliciosa. A unos metros está el refugio, ya estoy en él. Hay un señor allí rompiendo palets, posiblemente para hacer leña

-Hola, eres el guarda
-Si, pasa, pasa, deja dentro la mochila, ya te atiendo ahora.

El hielo y la nieve complican ligeramente la subida.
Pero calma mi sed

Rebeco, infatigables en la alta montaña
 No paso a ningún lado, me siento en un murete, al sol, a descansar, a recuperar fuelle, miro mi reloj, llevo casi cuatro horas sin fumar, caminando montaña arriba, y me apetece mucho, pero seguro que si enciendo un cigarro exploto allí mismo como un globo lleno de butano al que le arrimasen una cerilla, así que descanso al sol mirando como el guarda pica los palets para hacer leña.

Observo el lugar nevado aunque con algunos claros que muestran rocas, hierbas y líquenes de alta montaña, cuando me he recuperado un poco me alejo unos metros por la vega para contemplar, a gusto, descansado, respirando con normalidad, la impresionante cara oeste del Urriellu, un poco después me hago un par de bocatas con la comida que llevo que mi cuerpo agradece soberanamente, mientras le explico a Tomás, que así se llama el guarda, que diablos hace un tipo como yo, en aquellas alturas y con unas botas que dejan bastante que desear, solo quiero fotografiar el Urriellu, quizás un poco la zona si puedo caminar por ella, me advierte que con cuidado podré, pero que debo de tener mucho cuidado con las placas de hielo. Creo que la noche anterior, con la emoción de subir a esta montaña solo dormí una hora, el cuerpo me pide cama pero el paisaje y la luz que va cambiando me dicen que no me vaya aún a ella. Meto la mochila en la taquilla correspondiente y me dedico a contemplar la zona, a hacer fotos según la luz va cambiando. Llega una excursión de chavales, ya un tanto mayores, son alumnos de algún instituto de Gijón con su profesor a la cabeza, recuerdo cuando yo era como ellos y llegaba igual de fresco, con ganas aún de fiesta, a lugares tan altos como aquel y disfruto un rato viéndolos juerguear por la zona, van a un lado y a otro, se hacen fotos y hasta un muñeco de nieve, pero a eso de las 19 horas el cansancio puede mucho más que yo, subo al dormitorio, me meto en mi saco y mañana será otro día, duermo a pesar del gran bullicio que arman los chavales en su cuarto y por todo el refugio. Un tipo de cierta edad que dormita en mi mismo dormitorio, en una litera superior, protesta por el barullo que arman, no tengo ni fuerzas para decirle que los deje en paz, que solo son chavales, que son las ocho de la tarde y que tienen todo el derecho del mundo de divertirse, de gritar, de demostrar su alegría y de comerse el mundo a bocados, la pena es no ser yo como ellos.

Más descansado paseando por los alrededores del refugio.
A las dos de la mañana estoy despierto, como una rosa, nuevo y extrañamente sin agujetas, vuelvo a repetirme eso de que quien tuvo retuvo, me levanto un momento y me asomo al pequeño ventanal que hay en la habitación, la luz de la luna llena alumbra fantásticamente el Neverón del Urriellu, que está justo en frente del "Picu" como le llaman los asturianos ¡que buenas fotos saldrían en ese momento con el trípode! me abstengo, no son horas de ponerme a hacer ruido sacando el equipo, vistiéndome, etc. además, posiblemente necesite ropa de la mochila, seguro que afuera del refugio hace frío a esas horas, así que me quedo en la litera comido por las ganas de salir afuera a hacer fotos, mañana será otro día, vuelvo a quedarme dormido hasta que nuevamente el vocerío alegre de los chavales vuelve a despertarme.

Me levanto y un café con leche que me sirve Tomás, el guarda, junto con un par de bocatas, algo de queso y fruta me dejan listo para comenzar una jornada que si mis botas la aguantan promete ser fructífera y divertida.

Un helicoptero de color naranja sube a unos operarios al refugio que parece que tienen que hacer algunos trabajos de mantenimiento en él, sube y baja varias veces y aprovecho para hacerle alguna que otra foto.

El helicóptero en vuelo nos da una idea de la dimensión real del Urriellu
Transportando mercancías
El refugio también nos da una idea de la inmensidad de la mole que es el Urriellu
Un par de personas que conversan también nos hace ver lo insignificantes que somos ante la magnificencia del paisaje que nos rodea.
Más tarde, cuando los chavales ya se han ido de nuevo montaña abajo preparo mi mochila con lo justo y le digo a Tomás que me voy hasta los Horcados Rojos, que están camino de Fuente De. Me advierte de nuevo que tenga mucho cuidado con mis botas y las placas de hielo. Las placas de hielo en alta montaña -pienso- son peligrosas para cualquier bota, así que sabiendo que mis botas resistentes son, aunque no aptas para esas alturas, decido que tendré mucho cuidado con las placas de hielo, y así, fijándome mucho en donde piso, me acerco al Hou Sin Tierre. Un "hou" (o "jou") en estos lugares es un agujero, sin más, entre las montañas, me imagino a los primeros que llegaron allí decidiendo como ponerle al lugar:

-¿como le llamamos a esto?
-Hou sin Tierre, no ves que no tiene tierra
-pues ya está ¡ea! ¡a por el siguiente!

El Hou sin Tierre
Justo al llegar al Hou Sin Tierre subo un poco hacia la izquierda según voy, hay un promontorio del que debe de haber una buena vista sobre el Picu, el refugio y hacia el mar, subo bien, sin dificultades, mis botas se clavan sólidamente en la nieve y no tengo problemas, hago fotos durante un buen rato, decido que ya es momento de bajar pero... no puedo, resbalo por todos los lados y un resbalón ahí puede hacer que termine trescientos metros más abajo, en cualquiera de los barrancos de la zona y con más de un hueso roto, y eso si con suerte no pillo alguna gran placa de hielo y desciendo aún más deprisa de lo previsto y aún obtengo de premio más huesos rotos de lo necesario o un bonito cadaver, que al morir joven ya se sabe... el cadaver suele quedar muy guapo.

Así que busco, pienso, hay una pequeña canal, según se mira hacia el Picu, bastante inclinada pero con muchas piedras grandes, sólidas, salientes y sin nieve ni hielo, si logro subir a ella podré bajar de piedra en piedra por ella de nuevo a la Vega de Urriellu, lo hago y lo logro sin grandes problemas salvo un par de patinazos que dan con mi culo en el suelo, pero sin graves inconvenientes.

De nuevo en la Vega de Urriellu vuelvo sobre mis pasos al Hou Sin Tierre y ya no me salgo del sendero que está bastante bien marcado por los pasos de muchos otros montañeros que fueron pasando por allí a lo largo de los años, también hay algún que otro hito hecho con piedras apiladas por otros montañeros que indica el camino sin problemas. Es una zona fácil de caminar además, a pesar de la nieve y algo de hielo que hay por la zona. Logro llegar al Hou Los Boches y adentrarme en él hasta los Horcados Rojos.
Sendero en el interior del Hou sin Tierre
Los Horcados hay que subirlos, casi escalarlos, para llegar a lo alto, hay un cable, puesto por la Federación de Montaña de Asturias que ayuda, bajan dos montañeros y me dicen que hay mucho hielo un poco más arriba, que con mis preciosas botas no podré llegar, al menos no podré llegar bien, la pared de los Horcados está en sombra, se pasa todo el día a la sombra, así que presupongo que el hielo será muy duro y extremadamente resbaladizo, decido parar allí, es mejor dar lugar a otra ocasión para recorrer la zona que dar trabajo a los equipos de rescate de alta montaña, no me apetece nada salir en los periódicos, vuelvo hacia la zona central del Hou Los Boches, contemplando en la lejanía la cara sur del Picu.

Garganta de los Boches.
Hou los Boches, las Peñas Urrieles a la izquierda
Salida del Hou los Boches con dirección a la Vega de Urriellu, al fondo la cumbre del Picu

Me siento un rato en el hou, sobrecoge el silencio en la zona, cada vez que hago una foto con la cámara el sonido se escucha tanto que casi resulta molesto, me da la sensación de que cometo un pecado, grave, haciendo cualquier ruido allí, me siento, contemplando el impresionante paisaje que se extiende a mi alrededor y lo más en silencio que puedo, se me hace raro, pero muy agradable no escuchar nada, absolutamente nada, como frutos secos, el ruido de la bolsita de celofán cada vez que meto la mano en ella para coger los frutos hace un ruido espantoso, no como más, no quiero hacer ruido, me da la sensación de que todas aquellas moles de roca que me rodean se caerán si yo hago ruido, así que me dedico a contemplarlas callado hasta que me aburro.

Vuelvo sobre mis pasos, que ahora, sobre terreno conocido, son fáciles, vuelve a haber un promontorio, tentador, y tentado estoy de subirme a él, descubro el inicio de una placa de hielo que probablemente lo cubra, mejor no, lo dejamos para otra vez. Sigo de nuevo por el Hou sin Tierre sobre mis pasos, llegado al final, lo que antes fue una bajadita por un pedregal, eso que los montañeros llaman un "camino de cabras" ahora se me antoja casi propio de escaladores experimentados, siempre hay que contar en montaña con el cansancio, pero aunque cansado de la caminata estoy bastante fresco, así que lo asciendo y llego de nuevo a la parte alta, donde comienza la Vega de Urriellu, y de allí, fácilmente al refugio. En un tramo de sendero, completamente seco, sin hielo ninguno, resbalo en un poco de gravilla y me pego una gran culada, no tuvieron la culpa mis botas, la tuvo quizás el exceso de confianza y el caminar mirando para el paisaje que me rodea en lugar de para el suelo que piso.

Placa de hielo.
Tengo, eso si, las botas empapadas, también los calcetines, así que una vez que llego al refugio me siento allí fuera, al sol, hay un señor ya entrado en años de agradable conversación aunque un poco sordo, está Tomás, el guarda, y uno de los operarios que subieron en el helicoptero para trabajar en el refugio, saco mis botas y calcetines, lo cambio todo por unos calcetines gordisimos que llevo y que me sirven de zapatillas, y pongo lo anterior a secar, me hago unos bocatas los como y me dedico a conversar con la gente que allí está.

Tomás tiene un truco fantástico para asustar a valientes imprudentes, quizás él no lo tome como truco, y lo cuente por hablar de algo, pero estar a esas alturas y que te cuenten como murió gente imprudente y que en algún caso fue encontrada tras haberse convertido en comida para buitres te quita cualquier gana que puedas tener de hacer el idiota allá arriba.

Voy dejando que pase la tarde mientras mi calzado se va secando al sol, los calcetines ya se secaron. Llegan unos alemanes caminando desde Fuente De, para ser alemanes me parecen bastante frioleros, se meten dentro, en el comedor, al lado de una estufa que encienden para calentarse, realmente no hace frío a pesar de que hay nieve el sol es intenso y calienta, después salen pero hablan poco, ninguno hablamos Alemán (aunque Tomás parece comprenderlo) y el inglés de ellos es casi tan escaso y malo como el mío, sino peor.

Poco después aparece un italiano, de la región de los Dolomitas, habla casi perfectamente castellano, alemán, inglés y sabe dios cuantas cosas más, un figura el tío, que se planta en el refugio con una mochilita muy escasa para tanta travesía y un pantalón corto, de deportes, viene en camiseta ¡con un par! viene de Fuente De, pero su historia de caminatas tiene tela, se ha recorrido casi toda Europa montaña a montaña, ahora está recorriendo un camino que me da la sensación de que ha inventado él mismo, y que de montaña en montaña supuestamente te lleva a Santiago de Compostela, de hecho le pide a Tomás que le selle un carnet de esos que usan los peregrinos para que les den la Compostela, curiosamente no quiere Compostela alguna, simplemente es importante para él que le sellen el tal carnet para mostrarlo en su federación de montañismo, allá en Italia. Le digo que si necesita saber algo sobre el Camino de Santiago por Galicia... no hace falta, evidentemente ya hizo hace tiempo el Camino de Santiago, también fue a Jerusalem a pie, desde Roma. Cuando se sienta en el salón comedor a consultar un mapa de la zona saca también un librito muy significativo, se titula "Vagabonding". Si este muchacho llega a viejo sus nietos lo van a pasar de cine escuchando sus aventuras. Es además muy alegre, jovial y buen conversador, con la ventaja de que lo mismo habla un idioma que otro que hace de traductor entre ambos.

Salón comedor en el refugio

Recepción, bar, taquillas para mochilas y subida a dormitorios

Dormitorio. El que busque hoteles de cinco estrellas mejor que no suba a los refugios de alta montaña.
Yo espero a que se haga de noche, quiero fotografiar el Neverón del Urriellu iluminado por la luna, la noche está clara y de cuando en cuando salgo a mirar a ver si sale el astro, no da salido. Mis botas, gracias a las estufas que encendieron los frioleros alemanes ya están más que secas, así que vuelvo a caminar medianamente bien por la zona y con los pies calientes, que algo de frío de andar descalzo pasé en ellos.

Mar de nubes desde la Vega de Urriellu cuando cae la tarde.

Anochece sobre Asturias

Anochece en el Urriellu
Tomás, el guarda, que aunque no lo parezca siempre está al quite, me dice que la luna saldrá justo a las once de la noche por encima del Urriellu, me señala una cresta que hay a la mitad más o menos de la gran mole de piedra y me dice que saldrá por allí, así que a esperar.

El refugio cierra (es un decir) a las once y las luces se apagan a esa misma hora, así que después de cenar cojo lo necesario, lo meto en los bolsillos de la parca de goretex y pongo el trípode afuera, también llevo una linterna. El refugio cierra en teoría, la puerta queda abierta, con la llave puesta, allí arriba no parece haber demasiados ladrones (aunque a veces, lamentablemente si), de modo que cualquiera que llegue por la noche, que a veces por lo que me cuenta Tomás pasa, pueda entrar, también para gente como yo, que se queda fuera por algo, o que tuvo que vivaquear ante una ventisca o una encaimada y que cuando esta se levante irá al refugio, así que con la advertencia de que cierre la puerta cuando entre, pero que deje la llave puesta, me quedo allí afuera, fumando un cigarro y esperando que la luna ilumine el Neverón. Hace frío, pero efectivamente tal y como dijo Tomás, a las once en punto la luna está ya sobre la cresta que me indicó, media hora más tarde está ya lo suficientemente alta como para iluminar perfectamente la zona que fotografío a placer. Después de deleitarme yo mismo con el paisaje nocturno me voy para cama, mañana será otro día, la nieve se está poniendo muy dura con el frío, espero poder bajar de la montaña sin problemas con mis botas.
Me acuesto pensando que me hubiese encantado dar una vuelta por la cara norte y la este del Urriellu, pero con mis botas ni se me pasa por la cabeza, la cara norte, siempre a la sombra, debe de ser imposible para mi en este momento.

El Neverón del Urriellu a las 23'30 horas iluminado por la luna. 30" de exposición.
A la mañana siguiente me lo confirma Tomás, aunque sea primavera u otoño, incluso en verano, para pasear por esa cara mejor con crampones y piolet, por si acaso, así que descarto hacerla ese día y me dispongo a bajar de la montaña. La nieve está muy dura y hay mucho hielo en el sendero, espero un buen rato después de haber desayunado, que suba el sol y ablande con sus rayos todo un poco.

Lo hace, a eso de las once veo que puedo pisar con cierta seguridad, además subieron dos chicos y me dicen que podré bajar sin problemas, con cuidado pero sin problemas. Así que me despido de Tomás, agradeciendole el trato dado y comienzo a bajar con sumo cuidado, sobre todo en los primeros tramos, fijándome bien donde piso, siempre con mucho cuidado, poco a poco y lentamente voy descendiendo, cada vez está más cerca la zona seca, sin hielo, solo deseo llegar para dejar de correr el peligro de un resbalón, pero... despacio, más vale tarde que nunca.

Cuando llego a la zona sin hielo ya todo es casi liso y llano, excepto una leve subida antes de regresar al Collado Vallejo el camino se me hace muy fácil, me cruzo con algunos que suben y les doy ánimos "te queda poco" miento piadosamente, obviando que les queda lo más duro. Al fondo del valle ya no se escuchan como cuando subí cientos de cencerros de las vacas, aunque algunas hay por la zona, pastando tranquilamente, también caballos y unas cuantas ovejas.

El fondo del Valle desde las alturas, ya bajando.
Llego a mi coche tras hacer algunas fotos a los animales y a aquellos paisajes, casi no deseando marcharme de aquel pequeño paraiso. Me prometo volver, eso si, por otra ruta, subiré por Bulnes, pasaré por Los Cabrones y haré las rutas de la cara norte y este del Urriellu, eso si, con buenas botas, crampones y piolet, creo que aún me quedan fuerzas para eso y un poquito más.
De regreso en Pandébano
No se si Tomás leerá algún día esto desde allá de la altura donde vive, en el refugio J. D. Ubeda, pero vaya desde aquí mi agradecimiento y admiración por ese hombre, una gran ayuda para los montañeros, un hombre amable, y una persona que lleva ¡20 años! allá arriba sin apenas bajar a nuestro mundo de comodidades, con el único fin de ayudar en cualquier cosa a quienes allí llegan ¡20 años dije! más otros diez que pasó en otros lugares similares prestando sus buenos servicios a los montañeros, atendiendo, y muy bien, un refugio con noventa y seis camas y... los que puedan ocasionalmente acampar fuera.

***Nota: si algún buen conocedor de la zona ve algún error en las fotos con respecto a nombres, lugares, etc. agradezco que me lo haga saber. Creo que están todas bien pero al no conocer bien el lugar podría haberme equivocado en alguna.

9 comentarios:

Alberto dijo...

Fantastico reportaje, mi enhorabuena

Redacción dijo...

Un placer que te haya gustado. Gracias por hacermelo saber.

Saludos.

BEGO dijo...

Primero de todo felicidades .
Y me sumo a tus palabras , gracias Tomas

BEGO dijo...

FELICIDADES POR ESTE BLOG.
BICOS

Redacción dijo...

Me alegra que te guste Bego. Saludos.

German dijo...

Es un placer leer tus reportajes. Me dejo tu blog en favoritos para seguir visitándote.

Redacción dijo...

Gracias Germán, lo único es que publico poco, pero a veces aún lo hago.

Anónimo dijo...

espectacular reportaje !! mejor explicado imposible.1saludo

Redacción dijo...

Es un placer que tu lo veas así. Muchas gracias.