miércoles, 29 de agosto de 2012

Fosiles de burdel

Los gatos de la Ferrería siempre comieron de la mano de las putas y desconfiaron de sus clientes. Aún siguen desconfiando del transeunte.

La calle de la Ferrería en Vigo fue desde siempre la calle, el barrio de las putas, hoy en día ya casi no, le queda poco, el ayuntamiento y otros organismos, junto con los propietarios particulares están poco a poco reformando todo el casco antiguo de la ciudad, cosa que supongo y espero vendrá muy bien en el futuro.
Así, de paso que reforman casa a casa diversas zonas se van adecentando, poco a poco la vieja y antigua Ferrería va dejando de ser el barrio de las lumis, si acaso solo el de algunas, pocas, que aún quedan como en el comic de Asterix resistiendo ahora y siempre al invasor que viene en forma de albañiles, arquitectos, carpinteros y demás profesionales de la construcción.

Eso si, ya no hay aquel maremagnun de gente ofreciendo y buscando sexo, ahora si no sabes lo que fue ese barrio, puedes pasear por él tranquilamente sin darte cuenta de que aquellas cuatro señoras un tanto ajadas, y con unas minifaldas demasiado cortas para su edad que hablan en las escaleras son del oficio, y que están ofertando lo que aún les queda de cuerpos que un día fueron jóvenes y a buen seguro hermosos. Discretas ellas por otra parte, te miran por si insinuas algo, alguno aún lo hace, pero ya no te dicen aquello de  hola guapo, a lo mejor es que tampoco lo eres, pero ni un ¿nos hacemos un vicio? nada, discrección absoluta por parte de estas señoras, si vas con tu pareja ni te miran, no existes para ellas. Por lo demás aún quedan aún un par de bares que hasta desentonan entre la piedra limpia, casi como nueva pero cargada de historia del viejo barrio chino, en cualquier momento desaparecerán.

A veces, cuando caminas despacio entre las piedras que vieron otrora tanto pecado y tanto vicio descubres pequeños detalles, como el arqueólogo que encuentra un fósil, que indican a que se dedicó alguna casa de las que están reformando, un nombre borroso que empieza por club y que perdió alguna letra ya hace mucho tiempo, o algún dibujo hecho en la pared que indica que allí hubo algo en donde mucha gente se divertía y otra hacía que los primeros gozasen, quizás sin mostrar en momento alguno el sufrimiento o drama que tenían detrás ¿Para qué? ¿te va a pagar alguien por contarle que tienes a tu cargo un par de hijos, un marido muerto en el mar y una madre muy mayor en una residencia de ancianos porque no se vale por si sola y tu no tienes tiempo? ¿alguien te iba a dar cinco mil pesetas o unos euros por contarle que antes de enfundarte ese ceñido vestido negro vistas a tu madre en esa residencia? No, nadie paga por eso, te comes el drama, exhibes tu mejor sonrisa y vendes sexo, es lo que hay.

Fósiles de burdel.
Creo que ciertos vestigios, por vergonzosos que puedan parecernos, no deberían de desaparecer, al menos no del todo, dejarlos ahí mientras aguanten, como parte del decorado del barrio, al fin y al cabo el taparlos con cemento o borrarlos con agua a presión y chorros de arena no evitará nunca que la Ferrería fuese, durante siglos, el barrio de las putas de Vigo. Es más, no sobraría en alguna esquinita, así en plan discreto como lo son las últimas señoras que allí quedan, un pequeño monumento, una figurita en bronce o algo así, a todas esas mujeres que durante muchos años pasaron por el barrio de las putas de Vigo y que por unas monedas entregaron a muchos, quizás, lo mejor de ellas mismas sin que demasiados mereciesen tanto. Al fin y al cabo nuestros políticos no dudan en poner la correspondiente placa de bronce cuando inauguran un monumento que no les costó nada, que fue hecho con el dinero de los ciudadanos, a veces incluso se pelean vergonzosamente por ver que nombre figura en el metal, cada una de las señoras que trabajaron en la Ferrería, a buen seguro, se merece más que todos ellos un pequeño recuerdo en el que fue, y aún es, su barrio.

Casi seguro que no será así, existen bastantes más posibilidades de que un buen día aparezca una placa por algún lugar que diga "Este barrio fue rehabilitado siendo alcalde de la ciudad Don..." Lamentablemente nadie se acordará de un pequeño homenaje a esas mujeres de las que hablo, somos así, hipócritas y aduladores hasta lo rastrero.

Nadie, salvo ella misma y cuyo nombre no diré aquí (ni en lado alguno, haced como que no existe y que esto es inventado por mi), junto con un par de policías que a lo mejor aún viven sabrán que hubo una noche en la que aquellos dos "grises" entraron a un burdel, nadie sabrá que colocaron sus gorras de plato en un perchero para tomarse una cerveza, gratis por supusto, mientras se alegraban la vista con la carne expuesta, nadie sabrá que dos jovenzuelos inconscientes tuvieron la osadía de robar las gorras aquellos policías, nadie sabrá tampoco que aquellos policías los descubrieron cuando ya fuera se largaban con ellas puestas en una pequeña moto, nadie sabrá que uno de los policías sacó su pistola para dispararles, y nadie sabrá que aquella señora se lanzó contra el brazo del policía al grito de ¡animal! ¡qué son unos niños! Nadie sabrá que aquel disparo se perdió en el cielo de la noche viguesa sin matar a nadie, y claro que nadie sabrá que aquella mujer terminó arrestada en comisaría llevando una buena tunda y sin decir esta boca es mía mientras le preguntaban repetidamente quienes eran aquellos muchachos.
-¡Como iba a delatarlos si eran del partido comunista! se enteran y los matan, no debieron de hacer aquello pero lo hicieron, ya sabes, la juventud y la mala cabeza 
-supongo que al menos les echarías la bronca ¿no?  
-dos bofetadas les di a cada uno, pero eran buenos chicos, bien educados, me pidieron perdón. Uno de ellos, bueno, ya lo sabes, terminó siendo mi marido.
Solo por esto no estaría de más un homenaje a estas mujeres, un homenaje pequeño, que ellas... nada piden ni pedirán.

1 comentario:

Voz en off dijo...

La vida está llena de historias como éstas!